Esta fue convocada y organizada por el ProGAV (Programa de
Gestión de Areas Verdes), el Programa Solidaridad Estudiantil, la Escuela de
Oficios UNC y la Unidad de Gestión Ambiental Sustentable (GASus).
Se agradece especialmente el apoyo brindado por la
Subsecretaria de Planeamiento Físico de la UNC para la realización de este
evento, poniendo a disposición el personal y los equipos necesarios para esta
tarea.
Se plantaron sobre Avenida Valparaiso, entre calle Haya de
la Torre y Avda. Cruz Roja Argentina, 75 Orco Quebrachos y 30 Talas sobre ambos
laterales. También se plantaron 40 algarrobos en la Peatonal Lutti, entre
Avenida Valparaiso y Avda. Enrique Barros.
Asistieron a este evento mas de 80 “forestadores” de
diversas edades, pero de idéntico entusiasmo, que trabajaron muy animados y con
espíritu de grupo, hasta que se agotaron los arboles que estaban dispuestos
para esta oportunidad.
Nuevamente se demostró que la “acción colectiva” permite
realizar tareas hermosas, reconociéndonos en el trabajo y en las ganas de hacer
cosas que perduren, para el bien de nuestra comunidad, aprendiendo sobre
nuestros árboles nativos, haciendo más bella a nuestra Ciudad Universitaria.
Agradecemos a todos los que con muy buena disposición
participaron en esta hermosa actividad.
Se transcribe un texto puesto en común en el grupo al inicio
de las tareas.
LOS ARBOLES LEVANTAN VUELO
Los arboles son pájaros hechizados.
No pueden despegar las patas del suelo.
-cree Alberto Forcada.
Una y otra vez aletean con furia.
Se arrancan las plumas, sollozan.
Pero alguna vez volaron, reflexionamos tratando de
consolarlo.
Alberto, desde dentro de un libro, no nos escucha. Lo
imaginamos caminando desesperado por un bosque de pájaros, escondiendo su
rostro bajo las solapas del sobretodo para no escucharlos llorar.
Pero, Alberto, para bien o para mal, los arboles han elegido
estar donde están, aunque desde la aparente quietud que vemos nos cueste
entenderlo, los arboles son viajeros.
Algunos navegan como veleros por el aire; otros vuelan
dentro del estomago de un ave.
Algunos pilotean con destreza los torrentes de los ríos;
otros prefieren la seguridad de un tronco a la deriva, y de tanto en tanto se
inclinan hasta besar el agua.
Mas de una vez los zorros los han llevado de pasajeros entre
sus pelos, o las hormigas sobre los hombros. Algunos terminan disfrutando (si,
créelo Alberto), de una cálida estancia en una bosta de vaca. Y hasta nosotros
mismos somos involuntarios fleteros cuando después de saborear una frutita de
piquillín o mistol, escupimos a ese pequeñísimo árbol aventurero que es la
semilla.
Y las semillas viajan hasta que encuentran su lugar, y
entonces, recién entonces, se abrazan a la tierra con sus raíces.
Son viajes silenciosos como todos los viajes importantes.
Late mas profundo lo que viaja por dentro que lo que se desplaza por afuera.
Pero imagínalo: no es un árbol que viaja. Son cientos de
miles de ellos, bosques invisibles viajando silenciosos sin que nos demos
cuenta.
¿Cómo romper el maleficio? Insiste Alberto, solidario, sin
escucharnos, desde dentro de su libro. ¿Qué palabras deberé mencionar?,
¿cuántas veces tendré que besarlos?
No te preocupes, Alberto.
En este mismo momento miles de árboles echan a andar.
Texto extraído del libro: ARBOLES Nativos de Argentina.
(Pablo Demaio, Ulo Ola Karlin, Mariano Medina)